"Estaba con unos amigos y no quería dejar la comida. Y no tenía obligación de hacerlo. Yo tengo que estar disponible para cualquier control durante una hora al día en un sitio concreto que está prefijado. En este caso, en mi casa, de siete a ocho de la mañana. Les dije que o procedíamos allí mismo o que esperaran lo que hubiera que esperar", asegura Pereiro.
Entonces, decidieron hacerlo en el restaurante, y como no había suficiente espacio en el servicio lo hicieron en los pasillos ante la mirada incrédula de clientes y trabajadores. Allí procedieron a una extracción de sangre y a un test de orina.
Fuente. Biciciclismo.com.

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